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El Alarde

Historia de un pueblo

¿Cómo es el día 30 de junio?

Por la mañana

El día 30 de junio es madrugador para los habitantes de Irún; a las cuatro de la madrugada los sonidos de dos trompetas y un redoble interpretan “La Alborada” comienzan a despertarnos; para las seis una multitud se congrega en la plaza de San Juan Harria para escuchar la “Diana de Villarrobledo” primeramente y la de la “Tamborrada” unos minutos más tarde. Estas “Alborada” y “Dianas” se repiten en otros lugares de la población según sus costumbres.

Acabadas las dianas todas las compañías se concentran en la Plaza Urdanibia a las órdenes del Comandante que en este acto es acompañado por los Ayudantes del General. Efectuada una primera “Llamada a Capitanes” se inicia el Alarde propiamente dicho a los sones de “Arrancada” por parte de los hacheros con su Cabo al frente, previo toque de cornetín. Entonces irrumpe por la calle en cuesta de San Marcial hasta la Plaza San Juan en donde se encuentra la Casa Consistorial. Una vez concentradas todas la Unidades y Compañías en la plaza el General, junto con sus Ayudantes que previamente han ido a buscarle a su domicilio, entra a galope en la plaza para tomar el mando de las fuerzas que hasta entonces, como hemos dicho, ostentaba el Comandante. Tras su incorporación y la correspondiente “Llamada a Capitanes” para que le informen de novedades, el General ordena recoger la Bandera de la ciudad que por derecho propio llevará la Compañía Bidasoa durante todo el día y se hace a los sones de “Theiro”. Una vez la Bandera entra en la plaza la Banda del Alarde hace sonar el “Himno de San Marcial”. Tras la incorporación de la Bandera, el General ordena las descargas de fusilería.

El Alarde, acompañado de la música del vibrante “Joló”, continúa hasta la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Juncal donde se hacen nuevamente las tres descargas de ordenanza a las órdenes del General. De allí comienza la procesión propiamente dicha que se dirige al Monte de San Marcial, pasando por diversas calles del centro histórico y la plaza de Urdanibia en cuyos alrededores se deshacen las filas para continuar hasta la Ermita donde se celebra un acto religioso en conmemoración de la batalla y cumplimiento del Voto del año 1522, en el que la guardia del Altar está encomendada a la Escuadra de Hacheros. En la campa adyacente comienza la tradicional romería en la que participan muchísimos Irundarras, jóvenes y mayores. La Tamborrada y las bandas de las compañías de infantería interpretan la marcha denominada ”Subida de la Iglesia” o “Religiosa” en las calles Escuelas y Fermín Calbetón, posteriormente el “Joló” y el Himno son interpretados hasta terminar el desfile de la mañana.

Por la tarde

Por la tarde se reanuda el Alarde des de la Plaza Urdanibia con la marcha “Arrancada”, recorriendo la Parte Vieja de la ciudad, avanza hasta la Iglesia del Juncal al paso de la emocionante marcha ”Rataplán”, donde se hacen nuevamente las tres descargas de ordenanza a cada una de las cuales la Tamborrada y la Banda responden con la marcha “Descarga”. Tanto a la mañana como por la tarde la Batería de Artillería acompaña las descargas desde la trasera de la iglesia.

Concluidas las descargas el Alarde sale de la Iglesia del Juncal y se enfila hacia el paseo Colon, arteria principal de la ciudad, con la misma marcha que por la mañana, hasta la avenida Guipúzcoa y tras recorrerla entera vuelve al casco histórico por Artaleku y la calle Mayor, para terminar en la Plaza San Juan. Nuevamente el “Rataplán” es la marcha interpretada en estas últimas calles.
Una vez en la plaza San Juan, tras las tres nuevas descargas, la compañía Bidasoa entrega la bandera de la ciudad con parecido ceremonial que por la mañana al recibirla y se ordena el “Rompan Filas” y cada compañía desfila ante el General escuchando “Fagina” y se dirige a su zona o barrio.

El ambiente festivo se extiende entonces por todas las calles y plazas de la ciudad, los sonidos de la fiesta se escuchan en establecimientos hosteleros, sociedades populares y domicilios particulares hasta bien entrada la madrugada; “dejando a todos satisfechos y contentos, y a los jóvenes dispuestos a repetir la función al día siguiente”.

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“El Bidasoa”, 4 de julio de 1880, en referencia al Alarde de ese año.