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Los fusiles para el Alarde y los puños cuando hay algo que ventilar…

Categorías: Curiosidades

Irun. San Marcial del año 1895. Día caluroso, se hallaba repleto de forasteros pues la festividad cayó en domingo y habían llegado de los más apartados lugares para presenciar el Alarde. También un nutrido grupo de “donostiarras” y conocido por los iruneses que tenían por costumbre venir hasta Irun y hacer de las suyas durante las fiestas.

Llegaron los hacheros a la plaza San Juan y allí estaban los vecinos “donostiarras” que no tuvieron mejor idea que piropear a los apuestos Acheros al mismo tiempo que hacían sonar unos cuernos que habían traído desde San Sebastián, de momento reina la paz y estaban manteniendo la calma y los Acheros aguantaban la burla, pero del mismo modo que todo tiene un principio, todo tiene un final y no siempre… amistoso.

Esto produjo una tremenda riña, salió de la fila Miguel de Aguinaga, seguido de Antonio Echegoyen, Querejeta y Claudio Urtizberea, apoyados por miembros de la Banda de Música, Carlos Aguinaga y Otegui entre ellos, que emplearon el mazo del bombo y el bombardino, para ventilar aquella batalla que los forasteros ya suponían iban a presenciar un alarde de fusilería, o cuando menos, de estratégicos culatazos, los iruneses dieron la nota asombrosa y menos esperada por los que presenciaban con cierto regocijo el incidente: un momento de silencio que se aprovechó para dejar cuidadosamente los fusiles y bayonetas picos y palas a buen resguardo y estalló un “alarde” de batalla campal a puñetazo limpio y hercúleo, que se repartieron equitativa y profusamente con gran contundencia como se pudo comprobar los días posteriores en que los muchachos lucían la exuberancia de las facciones con sus correspondientes sombras…

El personal del Casino de la amistad sufrió las consecuencias de la “batalla campal” acabando por los suelos. Por otra parte los bromistas “donostiarras” terminaron heridos con un buen montón de golpes y puñetazos y finalmente fueron conducidos a los calabozos del Ayuntamiento irunés.

Terminado el combate con victoria de los Acheros iruneses, el General Don José indart ordenó a las fuerzas del Alarde que se dirigieran hasta la plaza del Ensanche donde se efectuó el Alarde.

Este hecho, sorprendente para los forasteros, dejó demostrada la nobleza de los iruneses y el buen cuidado que tienen de no mezclar sus cosas con los sagrados simbolismos del Alarde.

Autor:Escuadra de Hacheros